26 noviembre, 2011

Travesía, Río Negro Uruguay- Mercedes;Villa Soriano. 10 al 14 Nov.2011

Bitácora de Viaje: Travesía Río Negro
República Oriental del Uruguay
Mercedes-Villa Soriano; 10/11 al 14/11/2011)

El siguiente relato, con el detallado de los hechos de nuestro viaje número XVII, forma parte de la Bitácora del acontecimiento que año a año mueve a éste grupo de amigos a recorrer los río de América, sin techo ni reparo alguno y con la misma tracción a sangre que utilizaban los originarios de nuestras tierras como motor principal. Lejos quedaron las germinales travesías por el Río Salado que permitieron llegar a la complejidad con la que contamos hoy a la hora de viajar. Ahora bien, queremos hacer una aclaración. Que la Bitácora sea un relato detallado, no quiere decir que en ella se escriban todos los sucesos acontecidos. Sería una versión borgeana de su “Funes el memorioso” de los “14 a Flote”. Quienes ocupamos el privilegio de transcribir los hechos, arbitrariamente nos reservamos la contada de algunos para no inquietar ciertas almas.
Hecha la aclaración, vamos a lo que nos compete.
A comienzos del año en curso, se podría decir que ya al finalizar el viaje del año pasado, hubieron propuestas del próximo itinerario, las mismas bogaban por remar el tramo del Río Negro que une la ciudad de Mercedes, Capital del Departamento de Soriano, en nuestra hermana República Oriental del Uruguay a la que la mayoría de nosotros queremos como propia mas allá de las desafortunadas declaraciones del “socialísta” Tabaré Vazquez., hasta la ciudad Fundada en 1624 como una reducción de indios Chanáes, Villa Santo Domingo Soriano, que constituye el asentamiento europeo más antiguo en territorio uruguayo. La población fue emplazada originalmente en la isla del Vizcaíno, en la confluencia de los ríos Negro y Uruguay, trasladándose posteriormente a tierra firme, probablemente debido a las inundaciones y ataques de indígenas hostiles. La idea primigenia era llegar a la primera ciudad de la Banda Oriental, más teniendo en cuenta que no son muchos los kilómetros a remar.
La cita para los de Ensenada era en el galpón-depósito del amigo Grabiel Yuhak, ahí habíamos llevado todo el equipaje el día anterior, canoas incluidas, para salir el Jueves bien temprano por la mañana. Tal como siempre ocurre, inconvenientes desafortunados indeseados por todos y traídos por uno, demoraron la partida. Nos faltó la póliza de seguro del trailer, en consecuencia, la salida se retrazó hasta llegadas las 11,00 aproximadamente. El Servicio Meteorológico Nacional, gran aliado de nuestras programaciones, anunciaba 4 días estupendos, con una luna llena a pleno, y efectivamente no se equivocaría. Por diferentes razones el plantel de raidístas se vio un tanto disminuido en relación a otros años, así que la nómina definitiva fue la siguiente: J.L.Barrios (en adelante El Negro), Alejandro Alvarez (Chirola), Cristian Loidi (Nacho), Adrián Firpo (Quino), Eduardo Cao (Kaos), H.J.Volpi (Pastilla), H.A.Curti (Horacio), Fabián ¿……..? (El Ruso), Oscar Ponce de León (Oscar), Grabiel Yuhak (Gaby, Fredy, Hailander, etc) y Fabián Cabanellas (Cdte. Amilcar).
El viaje transcurrió sin mayores contratiempos excepto una encerrona que le hicieron a Grabiel en la Av. Costanera de la C.A.B.A, que pudo sortear con maña gracias a su diestra muñeca de conductor avezado. Llegamos a la Aduana (paso fronterizo) a eso de las 18,00 hs, ahí nos hicieron el primer problema, porque las canoas no estaban matriculadas y además debíamos tener una invitación del club Uruguayo donde se llevaría a cabo el evento. El primer tema tratamos de explicarlo (de igual manera que el año anterior), haciendo referencia a que las canos son embarcaciones que no tienen matrícula, y al segundo le respondimos que no teníamos la invitación por escrito, pero la gente del Club de Remeros nos esperaba ansiosamente, ya que éramos número puesto para ganar la competencia, ja,ja,ja. Cuando solucionamos ese conflicto (firmamos una declaración con las características técnicas de las canoas, bla,bla,bla.) aparece otro. El muy prolijo Señor Caos, no hubo hecho el Seguro del Mercosur, por lo tanto no podía pasar la camioneta. Hasta que el Ruso buscó mejor y encontró envuelto en un billete de $100 el seguro del Mercosur de la camioneta del prolijo Caos.
Cuando entramos a Mercedes, desde el puente que cruza el Río Negro, se ve un club que está anterior al de Remeros de Mercedes, el Ayuí, que ya lo hubimos visto el año anterior al finalizar la travesía. A Horacio se le ocurrió, que podríamos preguntar en ese club sólo por verlo un tanto más humilde en su infraestructura edilicia, con lo cual intuyó que el trato de sus personas debiera ser mejor que el que recibimos en el gran “Remeros”. No se equivocó. Fue un gran acierto, ya que nos recibieron con una enorme hospitalidad. Consultamos si nos dejaban acampar esa noche, anterior a salir a remar, y dejar los autos y la camioneta con el trailer durante la remada y volver el lunes a buscarlos. La respuesta fue inmediata. Primero nos mostraron un solar de césped con mesa y parrilla donde podíamos armar las carpas, el baño con duchas, y no conformes con lo ofrecido, a una de las personas del club se le ocurrió que no armáramos nada de carpas, que durmamos en el quincho que nos traían colchones. Agradecimos enormemente, dijimos que teníamos colchonetas y bolsas de dormir y preguntamos cuánto debíamos pagar, la respuesta fue que al otro día cuando nos vayamos a remar, antes de salir con que le diéramos la mano estaba pago. De manera que esa noche no tuvimos que armar las carpas y dormimos en el Quincho de la institución. Esa fue la primera noche a la vera del Río Negro, con una luna tan grande como nuestro entusiasmo. Al toque una delegación se fue al supermercado a hacer las compras, mientras el resto empezamos a saborear Patricias y Pílsenes blancas y negras compradas en el bar del Club. A manera de contraparte a la bienvenida de los hermanos Uruguayos, encargamos la cena a la chica del Restaurante del club y después de deglutir unas milangas, pizzas y papas fritas seguimos destapando unas cuantas birritas más. Nacho, sin dudas fue quien mas destapó, y nos fuimos yendo a dormir, algunos frescos, otros no tanto. El Ruso, tubo su debut de resistencia a la alta contaminación sonora que emiten los ronquidos que emanan de las fauces cavernícolas del Negro y Pastilla, tal es así que en determinado momento el tipo no podía aguantar mas y se retiró del Quincho aturdido por los enormes truenos.
Con el amanecer (5,30 hs aprox.), nos fuimos levantando. Gaby y Fabián hicieron punta, prepararon el mate y comenzaron a juntar agua para el viaje. Luego de preparar las canoas con el equipamiento, partimos desde el Club, río abajo, buscando nuestro primer destino. Al toque pasamos por el Club de Remeros (lugar de destino del año anterior) y proseguimos viaje con un sol espléndido y sin vientos en superficie, (diría Nadia).
Luego de 1,10 Hs de navegación, para lo habitual era poco, casi nada, encontramos una linda playita para tomar mate, que inmediatamente se transformó en lugar de acampe hasta el día siguiente. Bajamos todos los bártulos y armamos las mesas para el aperitivo, que en realidad fue el almuerzo. Milanesas, empanadas, matambre, queso, maní, etc. Todo ello regado con Cinzano c/Fernet y soda, Coca c/Fernet, vino y creo que nadie tomó coca o soda sola. Antes, bajo el sol radiante de pasado el mediodía, nos dimos un baño en el río que estaba excelente. Luego del almuerzo vino la siestita reparadora y más tarde el acopio de leña para el fogón. Tanto Kaos como Fabián parecieron los que más disfrutaron del río, ya que nadaron contra viento y marea hasta una boya que se encontraba distante de la playa (unos 200 mts. Ja;Ja), lo que mereció una calurosa felicitación de los compañeros, para con el longevo Caos, que todavía sigue resoplando y rompiendo sillas, sillones y todo aquello apto para apoyar los glúteos y descansar la estantería.
Por la tarde se aproximó un Yate y notamos que encalló o varó en la arena, cerca de la playa. Inmediatamente fue Caos a preguntar si necesitaban ayuda, pero el tipo la desestimó, arguyendo que la embarcación tenía orza, por lo tanto salía sin mayores problemas. Al rato se acercaron hacia nuestro campamento y charlamos un rato (eran de Bs. As), luego supimos que hay muchos argentinos que vienen con sus yates o veleros a navegar este Río y disfrutan de su tranquilidad.
Por la tardecita comenzó la actividad de pesca. Los pescadores: El Ruso, Oscar y Chirola. La carnada, no era de la mejor, pero así y todo el Ruso, queso mediante, sacó un doradillo y Oscar, con señuelo, sacó dos, uno como de 2 Kg y ½ . El que no corrió con la misma suerte o no tuvo las mismas facultades, fue Chirola. Se le “escaparon” varios. Ese Viernes fue realmente excelente, por la tarde, Horacio, Nacho, Chirola y Oscar, comenzaron a preparar la cena: Empanadas de carne cortada a cuchillo, fritas con grasa. Salieron como 70, estaban realmente ricas, luego vino la sobremesa y las clásicas charlas en la que se extrañó al viejo Horacio Walberto, porque hubo poca polémica sobre política. Se hizo un repaso desde el comienzo de estas experiencias y el grado de dificultad que opera en algunos compañeros la continuidad de un nivel de remada sostenido. Para ello, Chirola planteó la posibilidad de buscar alternativas, que ya se venían charlando, que permitan, a los que no están en condiciones de remar, hacerse de una embarcación a motor y convertirse en una especie de avanzada, que haga punta, reconozca el lugar de acampe, y lleve algo de la carga.
El Sábado 12, amaneció a las 5,25 hs., desde mucho más temprano una cantidad enorme de pájaros lo venía anunciando. Con el sol a pleno y una leve brisa del Este, nos fuimos levantando y preparando el mate y las clásicas tostadas con dulce de membrillo. Desarmamos el campamento y partimos hacia nuestro segundo destino, que sería a unos 10 o 12 km antes de Soriano. Acá debo aclarar que los lugares de acampe y la localización de los diferentes sitios, se debió hacer a tientas, ya que el “organizado” de Amilcar, yo, se olvidó los mapas que el amigo Chirola se encargado de plastificar. A la hora y media de remar paramos a matear y luego seguimos viaje con viento de popa que en algunos meandros se nos presentaba cruzado, lo que hacía que nos mojásemos y lo tengamos un mucho de coté o en contra. A las tres horas de remar aproximadamente, paramos, pero el lugar no nos convenció, así que continuamos hasta llegar a un arenal, con un bosque de pinos, que al decir de algunos compañeros, estaba hechizado con una carga de misterio por la incrustación de una cruz con plumas y alambre de púa en uno de los árboles que impresionó a quienes lo vieron. Allí se armó un pequeño debate acerca de la conveniencia de quedarnos en ese sitio, y ganó gracias a la creencia en la nigromancia de gran parte del grupo la moción de abandonar el lugar inmediatamente. De manera tal que cruzamos el Río hacia la otra costa. Había cierta marejada, que en algún caso produjo un par de bandazos (no se si producto del pánico que los embargaba la situación del bosque, o sencillamente por la falta de destreza), que casi hacen zozobrar a la embarcación de Quino y Nacho. Así fue que llegamos a la costa de enfrente y luego de un par de cavilaciones, y en virtud del cansancio y la incerteza de encontrar un lugar mejor, decidimos quedarnos. Limpiamos el lugar de pastizales y espinillos, preparamos el fuego y nos lanzamos famélicamente sobre el resto de las empanadas, el queso, maní, etc. A esta altura hay que dedicarle un párrafo aparte a la gran incorporación –pensada por Quino- de la heladera que mantuvo los rolitos (de baja calidad según Yuhak), hasta el mediodía del Domingo, con lo cual, las bebidas se pudieron disfrutar bien fresquitas.
Por la tarde, salieron a la cancha los pescadores y los nadadores. Entre los primeros, Chirola y Horacio, en por entre los segundos, Caos y Amilcar. El grupo de Pesca no tubo mucho éxito y el grupo de nado tampoco, ya que el compañero Caos sufrió un repentino espasmo, descompensación, o cagazo, vaya a saber uno, a los pocos metros antes de llegar a la boya y volvió nadando perrito con el apoyo psicológico del Comandante Cabanellas.
Con una nueva Luna llena a pleno por segundo día y un cielo azul oscuro completamente estrellado gracias a la falta de contaminación lumínica activada por el hombre, los asadores (Nacho y Quino) echaban mano a un costillar y un vacío traído de la Argentina por la actitud insurrecta del cumpa Ponce de León, que desafiando las leyes que nos rigen para el traspaso de ciertas mercaderías por la frontera internacional se sublevó y lo trajo igual. Luego de cuatro o cinco horas de cocción, estaba listo para cenar. La comida se regó con vino (estiba I) no hubo aperitivo previo, sólo un par de Pilsenes que se conservaban frías en la Heladera.
Mas tarde, y con unos vinos encima, se armó una polémica a raíz de las connotaciones misteriosas del bosquecito de enfrente, en la que el amigo Curtí chuzó a Hailander Yuhak, y el viejo enseguida se prendió y envalentonado (vaya a saber uno por que presaguió), apostó a que en compañía de Amilcar cruzaban de noche y traían la cruz, cosa que nunca ocurrió. En esa charla salieron a la superficie, las personalidades supersticiosas de algunos compañeros, notándose como esa “superstición” se transformaba en cagazo. Según unos, vieron que desde enfrente les hacían señas de luces, y mas tarde Chirola y Nacho, aseguran haber escuchado sonido de tambores y de supuestas ánimas que venían por ellos. Resultó que los más ateos, fueron sorprendidos haciendo rezos y persignándose.
A las 12 de la noche, le cantamos el cumpleaños 50 al Russo, el flamante integrante del grupo, que no tomó los recaudos suficientes y terminó el día con los dos pies al rojo vivo y re hinchados.
El Domingo 13, amaneció un poco nuboso y con bastante viento. Luego del desayuno, Nacho y Amilcar tomaron una canoa y fueron a explorar río abajo si había un mejor lugar de acampe ya que teníamos que pasar todo el día y ese no gustaba demasiado. Pero al cabo de dos horas volvieron sin éxito ya que no hubo lugar mejor que el que estábamos. Al mediodía, preparamos el disco para cocinar fideos con pesto, que preparó muy amablemente la vieja de Quino. Por la tarde hubo nado, pezca y campeonato de penales, resultando campeón el pái Kaos. Ese Domingo fue muy ventoso hasta media tarde, por la noche pelamos unas papas y cenamos fritas con asado del día anterior, esa fue la última noche con luna llena.
La mañana del Lunes amaneció nublada, nos levantamos temprano y luego del desayuno, comenzamos a desarmar el campamento para poner proa hacia nuestro destino final, la histórica Villa Santo Domingo Soriano. Quedaban aprox. 10 a 12 Km, así fue transcurriendo el viaje, el Russo y Chirola avistaron una inmensa vicha enroscada en una rama muy cerca de donde pasaron ellos, a los muchachos no les dio ni para sacar una foto, timonearon hacia el medio del río y huyeron despavoridos. Lentamente, con un andar más que cansino, debido al deterioro físico de una parejita un tanto gagá, fuimos aproximándonos a Soriano, llegando a un camping –frente al muelle de Prefectura- a eso de las 11,00 hs. Al toque vimos un vehículo de la policía que muy amablemente acercó a Gaby, Oscar y Kaos (los 3 conductores) al pueblo para conseguir un taxi que los llevara a Mercedes a buscar las camionetas y el trailer. Así que mientras los muchachos viajaban (40 Km) un grupo fuimos a recorrer La Villa, que sin dudas nos dejó a todos un hermoso recuerdo, por sus características bien de pueblo (1100 hab.) sus casas bajas, su linda plaza y la tranquilidad de sus habitantes. De este modo concluyó nuestra travesía, esperando volver a encontrar, el año próximo un destino que sume una nueva experiencia a ésta que acaba de terminar.